25.10.05

La lealtad contra el gris

Paseando por la blogsfera uno se encuentra de todo; gente seria, vacilones, aprendices de poeta o versiones modernas de “mi diario” que, en vez del anticuado candado, tienen un ¡Bienvenido! escrito al principio de la página.

Si algo tiene esto de bueno es que hay para todos los gustos, y con un poco de esfuerzo cualquiera puede encontrar un puñado de blogs donde sentirse cómodo. Mis favoritos los tenéis en los enlaces de la derecha, y aprovecho para recomendarlos.

Pues el caso es que uno de ellos, Fuckowsky, tiene el honor de haber escrito el mejor post que he leído en los últimos meses. Este chaval es un informático puteado, que empezó a escribir en su blog para desahogarse y ha acabado ganando un concurso de escritura y publicando un libro con sus relatos. No lo calificaría como poeta; tampoco tiene una increíble forma de narrar... son las historias que cuenta, algunas divertidas, otras entrañables, otras (también las hay), prescindibles. Pero hay una que brilla sobre todas las demás, y es Brindis por la última fila.

http://www.despacho101.com/press/relatos/brindis-por-la-ultima-fila/

Tiene mucha razón en lo que dice sobre la lealtad. Lo he estado pensando, y he llegado a la conclusión de que, al final, es lo único que le pido a la gente. Podrás ser más simpático o menos; divertido, aburrido, puntual, impuntual, detallista, pasota... sólo hay una cosa imprescindible, y es esa: lealtad.

También es verdad que, según vamos creciendo, se sustituyen las ostias por las puñaladas traperas. Por suerte, estoy bien rodeado y a salvo de ellas, pero los que las dan sin ton ni son tampoco parecen tener especiales problemas para salir adelante. Parece que a la gente le importan más otro tipo de cosas, y es triste que por falta de criterio o de valentía consintamos que “los grises, los de la sonrisa y la puñalada trapera” se salgan con la suya. Pues yo lo siento, pero a través de mi no pasan. ¡Guerra al gris!


20.10.05

Carrillo, Doctor Honoris Causa en mi escuela

Hoy han investido a Carrillo como Doctor Honoris Causa en la Universidad Autónoma de Madrid. Se ha armado un jaleo tremendo, y como he visto algunos hechos en primera persona, voy a dar mi versión de cómo ha sido la cosa...

Desde hace una semana o así, la Autónoma está llena de carteles anunciando la investidura de Carrillo como Doctor Honoris Causa. Vi que coincidía que ese día y a esa hora (un jueves a las 12) tenía una hora libre, y pensé que estaría bien quedarme por ahí para echar un ojo y ver de qué va el tema. Hoy tenía electrónica a las 11, y el profesor nos ha dicho que íbamos a terminar 5 minutos antes para que dejáramos libre la zona de alrededor del salón de actos, que está cerca de nuestro aula, y no saliéramos todos justo cuando empezaba toda la movida.

Total, que salimos, y nos quedamos por la zona haciéndonos los remolones a ver si había suerte y no nos echaban. Vana esperanza, amigos: en ese pasillo no podía quedar nadie excepto periodistas, invitados al acto, y gente dando clase en las aulas colindantes. El hall estaba lleno de gente, así que subimos al tercer piso, desde donde se ve el pasillo en cuestión. Deducimos (inocentes de nosotros) que lo interesante va a ser cuando llegue el hombrecillo, las cámaras lo graben, unas cuantas fotos, y a otra cosa, que aquí ya no hay nada que ver... así que elegimos una zona desde donde se ve bien a los susodichos cámaras. Y nada, nos quedamos a esperar, como quien ve una peli, echando en falta una buena bolsa de palomitas... y empezamos a oír gritos de “asesino, asesino”.

Hay que añadir que en los días previos han aparecido pintadas en toda la UAM contra Carrillo, llamándole asesino, genocida, “los muertos no olvidan...”. Y todo tenía pinta de que los autores de las pintadas -mira tú por dónde- también tenían hora libre y habían decidido pasarse por allí.

Total, que intentamos bajar por las escaleras, y nos encontramos a toda la dirección y la mitad de los profesores de la escuela vestidos con su toga y demás, muy monos ellos, (momento Harry Potter del día) y nos dicen que la puerta de abajo está cerrada... no se puede pasar. Así que volvemos a subir, y a esperar. Abajo siguen los gritos, que de repente se intensifican, y oímos un ruido de cristales rotos. Al rato, los pintamonas de la toga pasan por debajo de nosotros, y deducimos que la puerta de abajo ya debe estar abierta.

Nos encontramos con que el jaleo ya ha pasado, y empiezo a hablar con la gente a ver de qué ha ido el tema. Al principio no estaba muy claro, pero saqué en claro que unas 20 personas, algunos de ellos miembros del SEU (asociación fascista de la UAM, con sede principal en derecho), otros de 30 ó 40 años, habían empezado a gritar “¡asesino!” a Carrillo; los alumnos de mi escuela (muchos más que ellos) les habían contestado; uno de los fachas (con una bandera de España con el aguilucho...) le había dado un puñetazo a alguien, y otro de ellos había tirado al aire una papelera, que había roto una cámara de televisión.

Según me dijeron, al de la papelera le habían reducido de manera “inmediata y contundente”, vamos, que un secreta que había al lado suyo se había tirado en plancha a por él y le había inmovilizado.

Por si alguien no sabe de qué va el tema, explico lo de los gritos. Según ciertos sectores de ultra-derecha, entre ellos el pseudo-escritor Pío Moa, Carrillo ordenó una matanza en Paracuellos del Jarama durante la guerra civil, excusa que han utilizado ciertos grupos falangistas para intentar lincharle en repetidas ocasiones.

Según he leído luego en la prensa (también me habían contado algo, pero me había parecido demasiado exagerado...) más o menos al mismo tiempo un grupo de fachas han irrumpido en el acto gritando consignas, y los aplausos del público los han acallado.

No he hecho más que ponerme al corriente de la situación, cuando veo que todo el mundo sale del edificio y empieza a gritar “Fuera, fascistas, de la universidad” en una dirección determinada. Al fondo, veo que salen de un furgón de policía unas 5 ó 6 personas, que al vernos levantan el brazo haciendo el gesto nazi, y gritan que nos acerquemos “si tenemos cojones”. Siendo 200 contra 5, lo que nos paró no fue “la falta de cojones” precisamente.

Los recién liberados se reúnen con otras 15 personas, todas a distancia prudencial de nosotros, mientras seguimos con el grito de “Fuera, fascistas, de la universidad”, y otros similares (“A la universidad, se viene a estudiar”, etc...). Al lado mío, un canal cuasi-desconocido (intereconomía) entrevista a uno de los alborotadores, que le explica lo malo que es Carrillo y lo genocida que es. En eso, que el chaval ve que le estoy mirando (conste que sólo tenía curiosidad por lo que estaba diciendo, no le estaba mirando con mala cara) y le dice a la periodista que por favor “vayan hacia donde están los suyos”.

Al rato, el susodicho canal entrevista a un abuelete, hijo según él de una víctima de Paracuellos, que insiste en lo malo malísimo que es Carrillo. Estaban justo entre los dos “bandos”. Los del SEU siguieron provocando (“acercaos, si tenéis huevos”), y alguien debió pensar “coño, somos 10 veces más que ellos... pos vamos”, y lo que parecía que iba a desencadenar en una pelea acabó convertido en una animada discusión rodeando al abuelete y a la periodista de intereconomía. Gente de uno y otro bando discutiendo, mientras algunos estudiantes seguían con el grito de “fuera de la universidad”, hasta que la periodista decidió pasar del viejo y grabar la batalla dialéctica. La verdad, me gustó el giro de la situación, mejor debatir que darse de ostias. A fin de cuentas estamos en una universidad, coño.

Pasado un rato, la cosa no tenía mayor interés, así que fui a ver quién había en la cafetería para comer algo.

Después de comer, subimos a los laboratorios para hacer prácticas, y nos dicen que están todos cerrados. Parece ser que alguien se ha acojonado y ha pensado que iban a empezar a destrozar ordenadores. Ya estaba pensando en buscar una baraja de cartas para pasar el rato cuando vuelve a empezar el jaleo. Esta vez no había puerta cerrada que me impidiera bajar desde la tercera planta... la gente con la que estoy decide que pasa de movidas, así que me bajo solito. Veo a mucha gente gritando, pero no sé contra quién. Busco alguien conocido, pero no veo a nadie, así que le pregunto al primero que veo.

Parece ser que de los fachas sólo quedan 4, y les han tenido que apartar del resto porque casi llegan a las manos. Así que teníamos el pasillo cortado, casi vacío; al inicio del pasillo, 3 chicas y un chico con pancartas contra Carrillo, y alrededor de ellos un semicírculo y unos 100 estudiantes alrededor, gritándoles que se fueran. Por fin veo a un par de conocidos, que básicamente me cuentan lo mismo, y siguen los coros y los gritos durante un buen rato.

Había de todo... desde el protagonista “fuera, fascistas, de la universidad”, hasta otros más originales, como “el fascismo se cura leyendo”, “voló, voló, Carrero voló”, “qué fatalidad, qué fatalidad, la madre de Franco no pudo abortar”, “Pío, Moa, no es historiador”, “sois 4 gatos, fascistas sois 4 gatos...”, o “hoy no va a ser, como en Crisol”, librería en la cual 45 falangistas intentaron linchar a Carrillo hace unos meses, y salieron heridas varias personas que intentaron defenderle. Tengo que reconocer, que aunque no compartía en absoluto sus ideas ni sus métodos, esos 4 chavales le echaron huevos. Aguantar ahí solos con la que les estaba cayendo no lo hace cualquiera.

Pero una de ellas se acabó yendo, (“¡fueraa!”, “¡una menos, una menos!”), gritos que contestó lanzándonos un beso.

Un rato más tarde, se abrieron las puertas y empezaron a salir personas del salón de actos, al fondo del pasillo. Los fascistas levantaron las pancartas, a lo que contestaron algunos estudiantes levantando las suyas (“jornadas contra los genocidios del régimen franquista”, (o algo así), “sois 4 gatos”...), y los coros volvieron a empezar, mucho más fuertes que antes. Al pasar delante nuestro, algunos de los asistentes al acto levantaban el puño, nos acompañaban en los coros o nos daban palmaditas amistosas. En ese momento debía haber unos 150 estudiantes en el hall, todos los que quedaban allí que no se habían ido a casa ni estaban en clase.

A Carrillo ni se le vio, así que dedujimos que o le habían sacado por la puerta de atrás, o aún seguía allí hasta que pasara el follón... lo mismo debieron pensar los 3 chavales, que fueron hacia el salón de actos con sus pancartitas, y lo encontraron vacío. “¡Los fascistas, han llegado tarde!”. Los de seguridad les recomiendan que salgan por la puerta de atrás, pero ¡oh-oh! se llevan a las 2 chavalas y se dejan al que iba con ellas. “¡Las fascistas, te han dejado sólo!”. La cosa ya iba bastante de cachondeo.

Al ir a salir del Salón de Actos, al pasar al lado mío, alguien le toca el pelo al chaval, que se encara con él. Les separamos, y le decimos al otro que está sólo, que somos pacíficos, y que se vaya por donde ha venido. Pero ¡ya!

¿Mis conclusiones? Evidentemente, he estado del mismo lado que todo el mundo con dos dedos de frente, del mismo lado que todos los alumnos de mi escuela. Y precisamente mi escuela no se caracteriza por estar politizada; de hecho la tónica general es que todo el mundo pasa de este tipo de cosas. Pero hoy se han pasado de la raya. Vienen expresamente a tocarnos los huevos, a gritar, pegar un puñetazo, tirar una papelera. No he tergiversado nada: ningún alumno de mi escuela fue violento en ningún momento.

Sobre el Honoris Causa en sí, pues que me parece bien. La participación de Carrillo en esa matanza no está ni mucho menos demostrada, y Pío Moa no me ofrece ninguna credibilidad. Aunque fuera cierto, no se puede estar puteando constantemente a una persona por algo que pasó hace 70 años, y menos intentar lincharle como hicieron en Crisol. Me parece que ese hombre ha hecho méritos más que suficientes, jugándose la vida durante muchos años por defender la libertad de expresión y jugando un papel decisivo en la transición para que le den este Honoris Causa si les da la gana.

PD: en ningún medio se menciona la apabullante diferencia numérica entre los contrarios y los favorables al acto, dato que me parece importante.

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